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La maldición del número 39
El número 39, asociado con el mundo de la prostitución en Afganistán, se ha convertido en un gran objeto de controversia en la conservadora sociedad del país asiático, donde muchos no lo quieren ver ni en pintura.
Cuenta la leyenda que el mito en torno a estos dos dígitos surgió en la ciudad occidental afgana de Herat, a raíz de que un conocido proxeneta local usara números de teléfono y taxi vinculados al 39.
Con el paso del tiempo, la superstición lo ha convertido en una cifra maldita que cuenta con un amplio ejército de detractores en los ámbitos del comercio, la educación e incluso al máximo nivel político.
Algunos se lo toman muy en serio y han protagonizado campañas en contra del número, instando a la población a abstenerse de comprar vehículos con una matrícula que contenga esos dos dígitos y de colgar referencias al mismo en oficinas o escaparates.
La preocupación alcanza tal nivel que un coche con matrícula que empiece o acabe en 39 cuesta habitualmente en Afganistán la mitad del precio original.
Con el paso del tiempo, la superstición lo ha convertido en una cifra maldita que cuenta con un amplio ejército de detractores en los ámbitos del comercio, la educación e incluso al máximo nivel político.
Algunos se lo toman muy en serio y han protagonizado campañas en contra del número, instando a la población a abstenerse de comprar vehículos con una matrícula que contenga esos dos dígitos y de colgar referencias al mismo en oficinas o escaparates.
La preocupación alcanza tal nivel que un coche con matrícula que empiece o acabe en 39 cuesta habitualmente en Afganistán la mitad del precio original.
La leyenda del mulá tuerto
No existen datos fiables sobre su nacimiento. No se conoce fecha exacta ni lugar, pero algunos biógrafos lo datan en Kandahar en 1961; otros, en Uruzgan en 1962 y otros, a finales de los años 50 cerca de Quetta, en Pakistán. Educado en la madrasa (escuela coránica) de Kandahar, su padre fue un agricultor de la zona y muy poco se conoce sobre su madre. Nunca fue un líder tribal y tampoco destacó con las letras, pero forjó su leyenda en plena invasión soviética. Una esquirla de un obús se le incrustó en el ojo derecho y, según relataban sus hombres, él mismo se lo sacó con su propio cuchillo. En la primavera de 1996, se convirtió en líder de los talibán.
El régimen del terror
Omar empezó a regir entonces los destinos de la nación pastún a golpe de decretos que seguían una interpretación fundamentalista del Corán. Calificado de visionario por sus colaboradores, fue el inspirador de un régimen de terror y desprecio a los derechos humanos que comenzó a instaurar en Kandahar, desde donde emitía los dictados que un puñado de fieles intermediarios se encargaba de difundir, ya que rara vez aparecía en público: ejecuciones, vestimenta del burka en las mujeres, prohibición de la música...